AMAPOLAS A Paco Fernández Ramirez su pintor. ¿Qué sabes de las rojas amapolas cuyo fulgor emula vanamente todo humano rubor? De los propicios suelos y de los climas favorables y del ciclo que cumple desde prieta semilla hasta sonaja de las hijas menores de la brisa, ¿qué libro te informó? ¿Con qué experiencia te enriqueciste, por azar u oficio? ¿Lo ignoras todo, hasta su mismo nombre? Yo escuché una leyenda, en cierto día: “En el principio fueron cazadores; un día descubrieron los cultivos: ambicionaron poseer la tierra. Pusieron lindes a la tierra, pocos hicieron suyo lo de todos: Mía era el único grito dominante. Hubieron de luchar por el dominio, armas las herramientas; casa el hombre; no la lluvia, la sangre: cada gota tornábase una flor. Ved: amapolas. Por eso las arrancan, pero vuelven. Algunos sus sonoros cascabillos cocieron y aquel zumo les da sueños dulcísimos; pudieron mentirse: un don del dios, no hermana sangre”. Cuando las veo florecer, tan bellas, yo las quisiera indemnes, no de un pecado original nacidas.
ANTONIO CARVAJAL, Premio Nacional de Poesía.Granada
UNA NOTA PARA UNA EXPOSICIÓN Si para Cézanne como decía Marcel Gieure “hacer un cuadro se convertía en una dialéctica” para Paco Ramírez el cuadro es el resultado de una síntesis entre lo objetivo y lo subjetivo, dando un conjunto de la realidad que existe, que está ahí cuando toma forma y lo muestra en concreto. No pretendamos encontrar en la obra de Paco Ramírez que el clavel tenga el perfume del nardo, sería exigirle demasiado, aunque él con su experiencia y observación puede darle el perfume exacto a cada interpretación, porque lleva impregnado el olor campesino de todos esos múltiples paisajes que recorre acompañada en la música de su paso seguro y firme.
MANUEL RUIZ Gdº en Arte. C. Diart-Revista Artes Visuales Nº21-1982-Madrid
PACO RAMIREZ O LA PLENA BELLEZA IMPRESIONISTA Y si el impresionismo se propuso en su día sustituir la belleza por el carácter de Paco Ramírez, hijo de Barba, lo ha conseguido plenamente. Sigue la línea de su progenitor, pero en sus obras tiene una gracia personal. Podríamos decir que estamos ante un post-impresionismo, en el cual se empiezan a observar ciertos rasgos abstractos. Creo que el hijo en esto, ha superado al padre. Barba tiene más técnica, más oficio, Paco Ramírez, más lejos. Él se jacta y presume de tener como maestro a su padre, pero sabe salirse de los cánones impresionistas, para andar otros senderos menos trillados. Por ejemplo, en su “Elegía”, hay una gracia personal, que va más allá del pintor. Hay crítica ironía. Tiene mensaje, como se dice ahora.
EMILIO JOSÉ CRESPO “Linares al día”
En las verdes praderas cañadas del camino, salpican almendros en flor y capta la Vega del Genil, su estudio abierto al horizonte, que se escapa por Loja o por Sierra Nevada. El campo es su sitio para pintar Paco Ramírez, con toda su radiante juventud, ha conseguido ya, frente a este paisaje granadino, medallas de oro y premios en arte juvenil, en Madrid, Murcia, Alicante, Cádiz y Granada.
RAFAEL GÓMEZ MONTERO “Hoja del Lunes”
Lo más significativo de este joven pintor granadino es su multiplicidad colorista y el buen gusto que posee a la hora de elegir, tanto el colore como el espacio, donde lo va a introducir. Sus paisajes son una jugosa sinfonía colorista, donde es patente un genio y una capacidad de creación sorprendente. La irrealidad de sus paisajes nos transportan a un entrañable mundo dinámico en el que su toque personal se hace imprescindible.
TITO ORTÍZ “Diario Patria”
Paco Ramírez arranca de una familia con honda solera pictórica. En su padre tuvo el gran maestro que encauzó sus primeros pasos. Joven brioso de color, valiente en la forma, trabajador infatigable, su obra muestra una madurez y seguridad digna de tener en cuenta. En sus cuadros se refleja el testimonio de esta afirmación.
EMILIA MARTÍN “Diario Patria”
PACO RAMÍREZ Y LAS AMAPOLAS Al contemplar los cuadros de Paco Ramírez, llénase la mirada de la luz de Andalucía, de su cielo y de sus olivares verdes. Y en esa plenitud de diafanidades y brillos meridionales, destacan en gran parte de ellos, el roja de las amapolas. Color, que en las flores, ha simbolizado la fuerza vital, la sangre, la pasión… Por ello, me atrevería a llamar a Paco Ramírez “el pintor de las amapolas”. De esas flores criadas en las mieses, cuyas semillas nos vinieron de Oriente, mezclandad entre los granos de trigo. Y en ésta su presentación en Bilbao, bueno sería indicar que, la amapola, tiene en euskera los nombres de lo-belar (“hierba del sueño”, por contener una sustancia que vence al insomnio), kuku-Belar (“hierba del cuclillo”, ya que florece en primavera, coincidente con la llegada de ese pájaro) y pitxoleta o mitxoleta (dos de los apelativos que se dan alas mariposas, pues tal semejan las amapolas entre los trigales dorados). En la simbología floral, y por su carácter calmante ya indicado, es la amapola el emblema del consuelo, igual que los cuadros de Paco Ramírez, cuya sola contemplación llena el alma de apaciblre y consoladores deleites.
JACINTO GOMEZ TEJEDOR Bilbao
HERENCIA DEL PAISAJE Al pintor Paco Ramírez Lo que llamaba mío yo no existe, Pero aquello en que fui, que me envolvía, Todavía es un halo que fulge y reconozco En las mieses unámines y en las serenas brisas. Aun me quedan los montes y los humos Que se elevan, difusos, de los sotos, Remotos como un sueño que en la luz imprimiera Antes de disolverse, las huellas de algún gozo. Sólo ama el paisaje quien lo vive, Quien lo vivió y el que vivirlo espera, Pasajera la ausencia, para encontrarse dentro De lo que fue su espíritu y, recobrado, alienta. Lo que llamaba mío ya es memoria Que otros conservan para mí en colores, En alcores rosados que ilumina el ocaso, Ese destello nuncio del olvido y la noche. Mi corazón lo lleva como perla Que no es rocío de una nueva aurora. Una hora, y no más le queda a la mirada: Dejadme que la extienda donde el amor no consta.
ANTONIO CARVAJAL Premio Nacional de Poesía
A PACO FERNÁNDEZ RAMÍREZ Aprendiste del pintor del agua la pincelada del cielo y de la vida. Él te enseñó los verdes campos, la nieve que sonroja la pupila. Aprendiste del pintor del agua el vaivén de las ondas sumergidas. Él te enseñó la esencia del paisaje, la luz que se esconde en la retina. Aprendiste del pintor del agua la libertad que esculpe sin heridas. Él te enseñó el olor de la hierba, el color del viento en cada esquina. Ahora eres el dueño de la vega, el pintor de amapolas siempre vivas.
Ramón Martinez